La habitación del pánico

viernes, 11 de diciembre de 2009

Cuando entré en la habitación, el tiempo se paralizó. Cada segundo que pasé allí me parecieron años, y todavía lo recuerdo con una nitidez total, como si a cada momento mi mente hubiera hecho una fotografía y la hubiera almacenado cuidadosamente, para que nunca las pudiera perder. Puede ser que fueran 3 o 4 segundos, no creo que fueran más.

En la primera fotografía, me veo abriendo la puerta. Asomo la cabeza rápidamente y adelanto el pie izquierdo. Giro la cabeza a la derecha, y en la esquina de la habitación veo a..¿¿Carla?? Lleva un camisón blanco, bueno, lo que queda de él. Está echo jirones, y se puede ver casi con totalidad su cuerpo semidesnudo. No sabría definir el color de su carne, llena de arañazos por todas partes, carne colgando y sangre seca. Me está mirando con los ojos abiertos, pero vacíos de vida. La boca tiene una mueca entre amenazadora y sonriente.

La segunda foto es peor todavía. Me fijo en su vientre, que debería estar hinchado dado su avanzado estado de gestación. Está totalmente desgarrado, abierto, se pueden ver las costillas y creo que es el intestino el que cuelga de la cavidad. Lo veo claro: El bebé se ha convertido en un zombie, debido a que comparte sangre con la madre, y ha rasgado la placenta, el útero y la carne y ahora, en unos instantes, se va a abalanzar sobre mí, es posible que esté debajo de la cama, por ejemplo. 

La tercera y última foto es la que almaceno antes del ataque de Clara, y es la que me revela lo que ha ocurrido en la habitación. Veo los restos del cordón umbilical repartidos por la habitación, y observo el cuerpo del bebé destrozado a los pies de su madre, como un puzzle roto, rodeado de sangre y tejidos. Parece que el cuerpo del bebé todavía está moviéndose. Probablemente, cuando se infectó totalmente y se convirtió en un monstruo, ella decidió que existía un ser humano cerca y que debía acabar con él. Supongo que el feto todavía no estaría infectado aunque pudiera ser que si se hubiera esperado más, hubiera tenido un bebé zombie. Pienso en la clase de mundo en el que vivo ahora, donde pueden habitar bebés zombis y madres que representan el papel de Saturno.

Y de repente todo volvió a tener velocidad. Carla se movió muy rápido, abalanzándose hacia la puerta, y pasó algo realmente sorprendente. No huí  por primera vez en toda mi vida. Me giré para ver que había en el otro lado de la habitación, y observé una lámpara de pie metálica. Podría servir. La levanté y ´la giré con todas mis fuerzas mientras Carla se lanzaba sobre mí. El golpe hizo que la cabeza de Carla se descoyuntara de la columna y todo su cuerpo fue a parar contra la pared. Volví a golpearla mientras estaba noqueada con la lámpara, oí el crujir de sus huesos, mientras Guillermo me chillaba algo que no oía desde la puerta. Volví a golpearla, no quería que se volviese a levantar. De repente, noté un empujón.

- Hijo de puta, ¿pero que haces? ¡Carla!.- me gritó Guillermo, mientras miraba a lo que quedaba de su mujer. Sus ojos estaban totalmente desorbitados.

Volví a recomponerme y a ser yo mismo, el mismo cobarde de siempre. Pensé que a mi amigo jamás lo recuperaría, y que lo mejor que podía hacer era dejar aquella casa en ese mismo momento, así que allí lo dejé, arrodillado junto a su mujer, llorando y maldiciéndome, jurando que me iba a matar.

Una cosa tengo clara, ver al bebé muerto por culpa de aquel ser que había sustituido a Carla, me ayudó a verla no como un ser humano, sino como una asesina. Algún extraño resorte dentro de mí se accionó, y por eso sobreviví a mi primer ataque directo contra un zombie.